POLANSKI: EL ULTIMO VIOLADOR EN PARIS

  Un periodista habia preguntado un día  a Sharon Tate, su esposa, si aceptaría entregarse al acto sexual en la pantalla- Después de una larga reflexión habia contestado: «Porqué no? Si está hecho con gusto puede ser hermoso. No lo dudaría. De hecho, me complacería desafiar a muerte a todo este público pequeño burgués.

images La noche del 9 de agosto de 1969, en su residencia de Bel.Air, en Los Angeles, Sharon Tate, la mujer de Roman Polanski, encinta de ocho meses y medio, fué asesinada por Charles Manson y tres de sus compinches, al mismo tiempo que cuatro de sus amigos. La horrible matanza enlazaba con una serie de hechos trágicos, que parecían acechar , como una maldición la vida y la carrera de Roman Polanski.

El primer acto del drama había empezado en el campo de concentración de Polonia, donde Polanski perdió a cinco miembros de su familia. Su madre murió allí y su padre le abrió un orificio para que se escapara. Después, no solo él, sino también sus amigos y colaboradores se vieron acosados por la desgracia. Yolanda Umecka, la actriz polaca de su primer largometraje «El cuchillo en el agua» se suicidó. Christophe Komeda, el compositor de las bandas sonoras de sus películas, murió de una hemorragia cerebral. Françoise Dorleac, protagonista de «Cul de sac» murió en un accidente de automóvil. Cybulski, uno de sus amigos íntimos , murió atropellado por un tren. La cadena culminó con el asesinato de Sharon Tate, en el que se vió una venganza de las sectas de Satán, a las que habia denunciado adaptando a la pantalla la novela de Ira Lewin «Rosemary´s Baby».

LA NOCHE DE LA ORGÍA      8f_1_b_3747_1

Y, en 1977, el viento del escándalo volvió a soplar en torno  al nombre de Roman Polanski. Una noche de abril, en casa del actor Jack Nicholson se celebró una fiesta especial en la que el alcohol y la droga sustituyeron muy pronto los zumos de fruta. Fué al parecer bajo los efectos de la droga que Roman Polanski agredió a una chica de trece años…                   Todo había empezado con  una proposición de la revista Vogue para que Polanski hiciera un reportaje. La modelo era la joven Jane R.  que, a pesar de su tierna edad, tiene la costumbre de posar y cuenta con la autorización de su madre. Lo que ocurrió  entre Polanski y Jane nadie lo vió en realidad. Una amiga observó que salían de la casa charlando  amistosamente. La velada debió prolongarse no se sabe dónde hasta que Polanski acompañó a la chica hasta su domicilio.                                                                                                                                      Ya en su casa, Jane dejó entender que había tenido relaciones sexuales con Polanski. La madre , inmediatamente, acudió a denunciarle a la policia.  Aquella misma noche se efectuaron muchas pruebas médicas sobre la menor. Los exámenes demostraron que la niña era toda una mujer y que era muy difícil responsabilizar  a Polanski de la pérdida de su virginidad. En el informe la «violación» fué  substituida   por «relación ilícita con una mujer». Y la madre retiró parte de las acusaciones. En vista de los hechos, el juez permitió a Polanski que siguiera los preparativos de su película de piratas «Hurricane» para Dino de Laurentis.

EN LA CARCEL CON LOS ASESINOS DE SU MUJER

Pero, entonces, se levantó una violenta campaña de prensa contra Polanski y contra el juez, al que acusaron de corrupción. Este para defenderse se apoyó en una simple fotografia de Polanski rodeado de chicas en un bar, para someterle a una serie de tests en una cárcel. Polanski tuvo que pasar cuarenta y tres días en Chino, en los suburbios de Loa Angeles, la misma cárcel  donde cumplían su pena los asesinos de Sharon Tate. Los tests fueron favorables a Polanski, pero el juez, ante el temor de nuevas acusaciones, no aceptó los resultados. Dejó en libertad provisional a Polanski y ordenó que los tests volvieran a empezar al cabo de unos días. Polanski ya no podía resistir más.Había soportado la cárcel, el encuentro con los discípulos del diabólico Manson. Pero la dureza del juez le ayudó a escapar de aquella pesadilla en la que ya no podía vivir.

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Se trasladó entonces a París, dónde fijó definitivamente su residencia . Mucho antes del escándalo se había comprado un piso en la Avenue Montaigne, y allí pensó instalarse para rehacer su vida por segunda vez. Después de todo, nació en Paris un 18 de agosto de 1933, y el gobierno francés le concedió la ciudadanía en 1976, a raíz del rodaje de  su película «El inquilino». En Paris, cambió su aspecto, se dejó crecer el pelo y la barba para conseguir que nadie descubriera en ese ser anónimo, al hombre marcado por el destino. Entretanto, en América, sus abogados se ocupaban de resolver el asunto y presentaron una demanda contra ese terrible juz que seguía empeñado en mantener la  acusación, pese a que la propia víctima había retirando los términos iniciales: «violación y sodomía de una menor de edad después de ingerir una droga afrodisíaca.

Polanski con barbaEL FUNCIONAMIENTO DE   LA  LEY

Lo más sorprendente del escándalo Polanski es la increible inconsciencia demostrada por un hombre  que conoce mejor que nadie las costumbres de ciertos clans de Hollywood. Polanski no podía ignorar el gran riesgo que corría participando en fiestas muy especiales en las que la droga hace buenas migas (?)con el alcohol  y la sexualidad más desenfrenada. El cualquier caso su carrera   en Hollywood quedó para siempre comprometida, y será muy difícil que su huida de  la justicia  vaya a ser olvidada por las autoridades americanas por mucho que Polanski declarara en cierta ocasión:                                            Es necesario vivir realmente en América p ara admirar este país. Cuando leo un suceso, me digo siempre que si tuviera que ser detenido por la policia – por una razón justa o injusta – preferiría  que fuera allí más que en  ningún  otro país . En Estados Unidos la ley funciona, podeís criticar la aplicación pero no el principio.»                                                                           Pero llegado el caso, Polanski prefirió olvidar su admiración y refugirse en lugar seguro.

                                                 Ψ PROCESO A UN MUNDO DE HORROR

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Lo extraño y lo horrible forman parte indisoluble de la vida y la obra de Roman Polanski, imponiéndonos su realidad: una realidad que no es ni fantasmagórica ni lírica.                                     Y, cada vez, el poder y el dinero triunfan. El héroe siempre pierde, quedando sometido a sus verdugos, a la tiranía, a la humillación, al dominio. Para el enemigo de «Drácula» no hay esperanza en «El baile de los vampiros», puesto que los vampiros están entre nosotros y nos contaminan; las «buenas personas de «Cul de Sac» tienen que soportar la ley de los gangsters; y el detective privado de «Chinatown» se doblega a la ley de los fuertes.                                                                                                       Esta preocupación del realismo   y esta obsesión de la soledad, en un universo gigante que nos aplasta, van acompañadas de una tendencia hacía el teatro negro y desesperado del absurdo. Las películas de Polanski pertenecen a lo que se llamó «el teatro del absurdo» hace veinte años; el espíritu de Ionesco que narró la pesadilla de la proliferación de los objetos , cómo ciudadanos se transforman en rinocerontes y como un cadáver puede tomar en un piso proporciones gigantescas; el espíritu de Adamov que escribió una obra en la que dos personajes juegan interminablemente al ping pong, el espíritu de Beckett que muestra a dos vagabundos esperando interminablemente a un tal Godot.                                                                                                                                   También en «Cul de sac», los gansgters esperan desesperadamente a un tal Katelbach  que no llegará jamás. También los tres jóvenes alocados y obsesos de «¿Qué?»  juegan constantemente al ping pong. También el héroe de «El inquilino»  ve fantasmas y momias a través de la ventana.                                                                                                                                                 No está ahí la prueba del talento de Polanski? Este irremediable pesimista observa con mirada féroz y trágica la naturaleza humana y el orden moral que gobierna el mundo. Pero, como Ionesco y Beckett enriquece su triste testimonio con  un humor sarcástico, que le evita, sin duda,  tomarse el film de horror tradicional en serio, y obliga a los espectadores a sentirse concernidos por sus obsesiones.                                        Jamás, en los films de Polanski, los actores utilizan los artificios habituales para que el público se identifique con los héroes desgraciados. Polanski les coloca siempre una máscara:  imperturbable Catherine Deneuve en «Repulsión»; frígida Sharon Tate en «El baile de los vampiros»; refrigerante Françoise Dorleac en «Cul de sac», transparente Mia Farrow en «La semilla del diablo». Como Hitchcock elige siempre actrices frías para obligar a que el espectador se distancie del personaje.                              Por el contrario, nos acerca por el conducto del humor. Pero un humor que rompe parcialmente nuestra fascinación y añade todavía un males más profundo. El humor  de Polanski es quizá su propia esperanza, su ternura. O, quizá, probablemente, su manera de hacerse el malo, de pensar en otra cosa, su terapéutica del miedo. Este humorista macabro recuerda que nos reímos frecuentemente de la desgracia para exorcisarla. En la Edad Media – cuenta – se reían de los inválidos. El se ríe de los vampiros, porque estos chupadores de sangre le aterrorizan, sobre todo cuando persiguen vampiros judíos y vampiros homosexuales. Los héroes de «»El baile de los vampiros» huyen de la epidemia racista como él huyó entonces de la polvareda del escándalo.

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                   LA VIOLENCIA EN SU PROPIA CARNE  (entrevista)

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Su fama de director morboso, violento, escandaloso no parece convenir demasiado a su aspecto físico. Polanski es bajo, delgado, viste con un estudiado desaliño, casi siempre con un conjunto «blue jeans». En el festival de cine fantástico de Avoriaz ocupó la presidencia del Jurado. Allí tuve ocasión de charlar con él.Todavía no había ocurrido el último incidente de su «affaire» sensacional y quedaba ya lejos el horrible asesinado de su esposa Sharon Tate. Nuestra conversación versó sobre todo acerca de su trabajo en el cine:                                                                                                                                                                                                               –-¿ Cree que sus pelíclas «Repulsión», «El baila de los  vampiros» y «La semilla del diablo» pueden considerarse dentro del cine fantástico o de terror?                                                 –-Nunca tuve la idea de hacer con «Repulsión» una película de terror. «El baile de los vampiros» surgió de mi afición a los films ingleses de la Hammer que veía con mis amigos en París hace años.. Era curioso: todos teníamos un poco de miedo, pero nos reíamos mucho. Quise imitar los «Dráculas» de Terence Fisher, pero estilizándolos, llevándolos a un plano mucho más artístico. En realidad son tan idiotas que es imposible recordar ningún detalle  , solo guardamos en la memoria el  recuerdo de Christopher Lee, de Drácula o de la atmósfera. Esto es lo que yo quería poner en mi película, pero haciéndolo muy divertido. «La semilla del diablo» parte de otra premisa. Si ga leído usted ls novelas de Kafka se habrá dado cuenta de que la historia más fantástica está narrada de la forma más realista. Utilizando una novela popular narré una historia absolutamente delirante, de forma tan minuciosa y concreta que , inevitablemente, tenía que producirse un estado de suspense alucinante.                                             -¿Le interesa la ciencia ficción?                                                                                                                                                        –-Muchísimo. He leído muchas novelas americanas y polacas sobre el tema, y si no he hecho una película todavía es porque cuestan mucho dinero. Cuando Stanley Kubrick estaba haciendo «Odisea del espacio», Ray Bradbury me propuso un guión original. No acepté porque entonces no disponía de dinero, y además carezco de la paciencia de Kubrick. Yo no podría estar cuatro años realizando una película.                                                                                                         —Sin embargo, no es usted muy prolífico. En doce años ha hecho únicamente nueve largometrajes. ¿Porqué realiza tan pocas películas?                                                                                                       —Bueno, hago una al año, más o menos. Ante todo, necesito mucho tiempo para hacer una película. Luego, necesito mucho tiempo para decidirme, para saber lo que quiero hacer. Por otra parte, me gusta hacer otras cosas, además de cine. Cuando se rueda no se tiene tiempo para nada…Se trabaja. Este género de trabajo hay que realizarlo en un período preciso. Se contrata a mucha gente, se les reúne…y esta reunión cuesta mucho dinero. Hay que tenerlos reunidos el menor tiempo posible.                                                                                                                                                     — ¿Es consciente  de que se ha convertido en un director-vedette?                                                                    — Siempre he pensado que el director es más importante que los demás miembros del equipo.                                                                                                                                                                                                                      — Esperaba ser tan popular cuando dirigió en  Polonia «El cuchillo en el agua»?                                       — La popularidad no es más que un signo del triunfo que uno consigue en su profesión. Ahora es más fácil ser más popular porque la gente está perfectamente documentada y sabe cual es el origen del éxito o del fracaso.                                                                                                                                          — ¿No le importa realizar sus películas fuera de su país?                                                                                                  —En realidad, mis padres  eran polacos, pero yo nací en París . Me he exilado porque yo hago mis películas donde me parece que el escenario encaja con el tema. «Repulsión» se adaptaba a la atmósfera londinense. «Macbeth» era un asunto típicamente inglés.                                                     — A usted le ha envenenado el cine. ¿Hasta donde espera llegar en su carrera?                                      —Cada película que hago digo que será la última, pero luego se me acerca alguien y me propone que dirija otra. Sin saber cómo , uno se deja llevar y acaba aceptando…..                                   afortunadamente.                                                                                                                                                                                          —¿Recurre usted a la improvisación en su trabajo?                                                                                                             — No. Soy muy disciplinado. El guión está escrito por completo. Lo que no está escrito es la colocación de la cámara. La improvisación significa  escasez de inspiración y de disciplina.         — Tiene usted fama de cineasta violento y cruel.                                                                                                                   — Me parece preferible que la gente vea la violencia en el cine a tener que soportarla en su propia carne.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

    Algún tiempo después, quién así hablaba, tendría que responder de una grave acusación de violencia sobre una menor. No en el cine, sino en la vida real.